Han pasado siete días desde que salimos a la superficie.
Durante ese tiempo, me enfoqué en reconstruir nuestra casa. La estructura principal ya está terminada: las paredes, el techo y la entrada principal ya están listas. Usé todo el material que habíamos separado para secar, aunque tuve que tumbar algunos árboles más para completar toda la estructura y que quedara exactamente igual que antes, con sus cuatro dormitorios, el ba?o y la sala principal.
Por ahora, lo único que hay en el interior es lo esencial. Logré volver a hacer la mesa, también ocho sillas y seis camas, en las cuales solo una tiene colchón de hojas: la cama doble, la de mis padres. Lo que pasó es que ellos solo encontraron dos colchones de los que teníamos antes, y esos los uní para formar uno grande y mantenerlos cómodos.
La demás piel de animales la utilizamos para que pudieran renovar sus ropas por última vez hasta que yo les hiciera la nueva ropa como la que llevo yo.
Por mi parte, no he tenido contacto con nadie más aparte de los de mi grupo. Ni siquiera con Tarún. Desde el momento en que decidimos separarnos, supe que no debía esperar ninguna se?al de él, pero… algo dentro de mí seguía pendiente de cualquier sonido extra?o en el bosque, como si en cualquier momento fuera a aparecer de regreso. Pero no lo hizo.
Espera... Ahora que lo pienso, sí vi a alguien más que no es de mi grupo. El otro día pasé a renovar las flores de la tumba de Anya y crucé unas palabras con Forn. Nada más que eso.
Desde que Anya murió, la atmósfera del grupo cambió, aunque ya he empezado a notar que hay más motivación por parte de todos, incluso en Rundia, que fue una de las más afectadas emocionalmente.
Aya también se empezó a sentir mejor, más cuando ella misma encontró uno de los peines de oro y yo comencé a peinarle las colas.
Lucía, por su parte, sigue siendo la más peque?a del grupo, pero también de las más resilientes. No sé cómo lo hace, pero su presencia hace que todo parezca un poco más llevadero, tanto para mí como para nuestros padres en este mundo.
Por las noches, espero un poco hasta que Aya y Mirella se duerman y me alejo un poco de la casa para mirar las estrellas. No por costumbre, sino porque en estos días me he sentido algo... inquieto. Como si algo malo estuviera por pasar. No sé si es paranoia por lo del clon del minotauro o simple instinto, pero la sensación de que alguien me está vigilando nunca me abandona del todo.
Justamente, ahora estaba recostado mirando al cielo hasta que algo me sacó del trance. Vi un destello rojo a mi derecha, cerca de la pared de mi habitación. Parpadeé y enfoqué la vista. Era Pyra, parada ahí, con su pelo rojo largo cayéndole como fuego sobre la piel blanca y el top rojo de mangas largas que dejaba ver su piel blanca antes de que el short rojo tomara el relevo. Estaba tocando la pared con una mano, con los dedos deslizándose por la piedra como si no entendiera cómo mierda había surgido eso ahí. Luego se acercó a una de las ventanas, espiando adentro con la cabeza ladeada.
Me quedé viéndola en silencio por un momento. A pesar de que estaba casi durmiéndome, verla me hacía sentir... alegre. No podía explicarlo del todo, pero cada vez que la veía, mi ánimo se elevaba un poco. Quizás era su actitud descarada, su manera de ver las cosas o simplemente el hecho de que, a pesar de todo lo que pasaba a nuestro alrededor, ella había aparecido allí, ahora con esa curiosidad infantil que la hacía parecer única.
También podría ser que no la veía desde hace ya una semana.
Me mordí el labio, reprimiendo una sonrisa. Tenía un plan tonto formándose en mi cabeza. Me quité las ojotas despacio para no hacer ruido y caminé sigiloso, pisando con cuidado, y me acerqué por detrás. Ella estaba tan concentrada que ni me sintió venir. O sea, estaba tan perdida en la estructura que, al llegar acá, ni siquiera prestó atención a que yo estaba a tan solo unos metros de ella.
Cuando estuve a un paso, estiré las manos y le toqué los costados de su espalda.
"?Buh!"
Lo que ocurrió después fue digno de una tragedia teatral.
"???KYAAAAAAAH!!!"
Pyra pegó ese grito tan agudo y fuerte que me dolieron los oídos. Dio un salto de casi medio metro en el aire y giró sobre sí misma, mirándome con los ojos abiertos de par en par.
"?L-L-Lu-Luciano!" Balbuceó, llevándose ambas manos al pecho, como si su corazón estuviera a punto de explotar.
El problema fue que su alarido despertó a todos los demás, y yo lo vi desde un costado de la ventana.
Mirella pegó un salto y empezó a mirar hacia los costados.
"Luciano, ?dónde estás?" Preguntó al aire mientras me buscaba hasta debajo de la cama.
Y Aya... Apenas se le veían los ojos y las orejas por encima del marco de la ventana. Ella ya había encontrado de dónde provenía el ruido.
"?Qué pasa…?" Murmuró con voz adormilada.
Creo que desde esa posición no podía ver del todo a Pyra.
Pyra, en cambio, estaba en pánico total.
"?No-no-no era mi intención hacer ruido! ?Yo solo...!"
"?Por qué gritaste como si te estuvieran haciendo da?o?" Le pregunté con una sonrisa burlona.
"?Porque me asustaste, idiota!" Gritó, aún con el rostro rojo.
Rin, ya fuera de la casa, tenía una lanza en sus manos. Aunque al verme... simplemente suspiró, dejando la lanza apoyada contra la pared.
"Así que eres tú, Luciano... ?Quién es ella? ?Y por qué gritó así?"
Rundia, Lucía y las gemelas aparecieron por detrás de él.
"Ella es la mujer de fuego".
"??La mujer de fuego?!" Preguntó con sorpresa Aya, sacando la cabeza por la ventana.
Luego la vi correr hacia fuera de la habitación.
Pyra se quedó rígida. Se giró lentamente hacia el grupo, como si apenas ahora se diera cuenta de que todos la miraban.
"Ehh… ah… yo…"
Mirella, que ya había salido por la ventana, flotó a su lado con una sonrisa traviesa.
"??Ehhh?! ?Por qué Pyra está con Luciano afuera y siendo de noche?"
"?Pyra?" Preguntó Rundia.
Lucía también la miraba.
"?Sí, sí! ?Deciles quién sos!"
Pyra tragó saliva.
"Yo... bueno..."
Se aclaró la garganta, acomodó los hombros y levantó la cabeza con dignidad. Parecía renovada en cuestión de segundos.
"?Mi nombre es Pyra! ?Malditos humanos entrometidos! ?Soy la guardiana de esta isla y la que utiliza magia de fuego, así que deben obedecer lo que yo les ordene!"
Uh... No se suponía que debía decir eso.
Obviamente, los cuatro que no la conocían se quedaron desconcertados, mirándose entre ellos.
Rin fue el que habló.
"No entendemos muy bien lo que dices... ?Por qué nos darías órdenes?"
"Bueno, pues porque los humanos son..."
"?Nada, nada!" Grité, cortando sus palabras mientras agitaba los brazos, poniéndome delante de ella.
"Ella solo se llama Pyra y usa magia de fuego. Es mi amiga, así que espero que puedan llevarse bien con ella".
"?Tu amiga?"
Aya apareció de repente en la escena, pasando apresurada entre Rundia y Rin. Se acercó a Pyra y la observó con atención, con su mirada aguda repasando cada detalle de su apariencia. Hasta juraría que la estaba olfateando desde lejos.
"?Hola, yo soy Aya! Hace mucho tiempo que estaba esperando conocerte. ?Cómo te liberaste? ?Acaso Luciano te ayudó en secreto? Desde lejos escuché que te llamas Pyra".
"?Liberarme? ?Luciano? ?Acaso no sabes que yo soy la más fuerte de esta isla? Nunca nadie podría atraparme, ni mucho menos encerrarme".
"?Eh? Pero si se supone que el Rey Demonio te encerró con una maldición".
Aya entrecerró los ojos, claramente esperando una respuesta seria, pero Pyra solo se cruzó de brazos y alzó más la barbilla con orgullo.
"?Tch! ?Eso es un malentendido! Yo jamás fui derrotada por nadie. Si el Rey Demonio hizo algo, seguramente fue porque..."
Levantó sus palmas abiertas a la altura de sus hombros.
"Porque claramente temía de mi poder y porque no podía vencerme en combate. ?Nadie es superior a mí en magia!"
Aya parpadeó un par de veces, sorprendida. Luego inclinó la cabeza ligeramente.
"?Entonces… dices que nunca estuviste atrapada? ?Y entonces por qué no nos conocimos antes?"
"Eso es cierto", acotó Suminia.
"Mi abuela una vez me contó que había algunas personas que la habían visto, que era alguien que tenía los ojos con fuego. Aunque otros le dijeron que era mentira, que solo era el Rey Demonio".
"?No nos conocimos porque yo no quería! ?Y a mí nadie me hizo nada!"
Aya se quedó en silencio, analizándola con cuidado. Al principio parecía emocionada por conocerla, pero ahora su mirada se iba apagando poco a poco.
"Eso es raro... porque yo había escuchado que el Rey Demonio te echó una maldición, como al gnomo Forn, por ejemplo".
Pyra se quedó rígida un segundo, pero rápidamente soltó una risa forzada.
"?Ja! ?Pues entonces oíste mal! ?No te creas todo lo que dicen los humanos, ellos siempre exageran y se entrometen!"
Aya bajó las orejas y suspiró.
"?Ah, sí? ?Que exageran y se entrometen? La verdad es que yo pensaba que serías una persona diferente... Más amable, quizás. Pero ahora que te conozco, solo pareces alguien para nada amable que se niega a admitir la verdad".
Pyra chasqueó la lengua y le lanzó una mirada molesta.
"??Qué dijiste?! ?No puedes decirme cosas así sin conocerme!"
Aya no le respondió. Simplemente giró el rostro, como si ya no le interesara seguir la conversación.
De esta forma, Pyra no va a poder integrarse a mi grupo... Cada vez que habla, la caga más.
Espera, su sombra dice que…
Mierda, Lucía se está acercando a ella con una sonrisa demasiado amplia.
"Pyra, mejor compórtate", empezó diciendo, con las manos detrás de la espalda.
"O tendré que contarles a todos sobre... eso".
Un poco precavidos, Rin y Rundia se pusieron detrás de Lucía, aunque no dijeron nada.
"?Q-qué cosa?"
Lucía ladeó la cabeza, con una dulzura fingida.
"Ya sabés... lo que pasó cuando conociste a Luciano".
Los ojos de Pyra se abrieron muy grandes. De inmediato, me miró como si esperara que la defendiera, pero yo solo alcé las cejas. Esto era demasiado entretenido, aunque a la vez se estaban arruinando todos mis planes.
"E-espera, espera", tartamudeó, levantando las manos con nerviosismo.
"No hay necesidad de andar contando cosas irrelevantes, ?verdad?"
"Oh, yo creo que sí", intervino Mirella.
"Estaría bueno que le contaras a todos cómo se conocieron".
"Nosotros también queremos saberlo", dijo Rin, mirando a Rundia por un momento.
"Recuerdo que una vez Tariq me dijo que había alguien peligroso que tenía fuego a su alrededor, así que debes ser tú".
Pyra miró a todos, notando que ahora la atención estaba completamente sobre ella. Su ego estaba en juego.
Con su típico movimiento, alzó la nariz con altanería.
"?Escuchen bien, insignificantes humanos! Es cierto que tuve un enfrentamiento con Luciano... ?Y decidí no pelear en serio porque él no lo merecía!"
"??Enfrentamiento?!" Preguntó Rundia en voz alta, acercándose a Lucía y tironeándola un poco hacia ella desde los hombros.
Rin también puso una mano sobre el hombro de Lucía.
"?Enfrentamiento? ?Quieres decir que atacaste a Luciano? ?A mi hijo?"
Su tono era serio, y su postura se volvió rígida, como si de repente estuviera evaluando si debía considerarla una amenaza.
"?Pffft! ?Nada de eso!"
Pyra agitó una mano con desdén.
"Yo solo... probé su fuerza, eso es todo. No lo llamaría un ataque, fue más bien un... desafío".
"Que lo atacaste, dices..."
Rin apretó los labios. Su mirada se volvió aún más severa.
"Si mi hijo tuvo que enfrentarte en una pelea, no lo veo como algo bueno. Eso no me gusta nada".
Pyra le devolvió la mirada, con un destello desafiante en sus ojos carmesí.
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"Bueno, ?y qué? ?No es mi culpa que se haya metido en mi camino!"
Rin ahora miró a su hija.
"Lucía".
"?Sí, papá?"
"?Es verdad que esta mujer atacó a tu hermano? ?Tú la viste?"
"Sí, ella usó magia de fuego, pero claramente Luciano era más fuerte".
Je.
La vena en la sien de Rin se marcó con fuerza. Respiró profundo, como si intentara contenerse.
"Escúchame bien, Pyra. Si eres del tipo de gente que va por ahí atacando a los demás solo porque sí, no eres bienvenida aquí".
Pyra parpadeó, como si no creyera lo que acababa de escuchar.
"?Ah? ?Me estás echando? ??Tú, un simple humano?!"
"Sí, vete de aquí", respondió, se?alando hacia más allá en la playa.
Hubo un silencio tenso. Se notaba claramente que los ojos de Pyra ardían con furia, pero también con algo más en su gesto... ?Sorpresa? ?Humillación? Era difícil de decir. Lo cierto es que miró a Rin como si acabara de recibir una bofetada en el orgullo.
"?Me estás echando… a mí?" Repitió.
"?Estás echando a la guardiana de esta isla?"
"Sí, no quiero tener a alguien peligroso cerca de mi familia".
Uh...
Y entonces, con una sonrisita de lo más cínica, ella echó la cabeza hacia atrás y dejó escapar una carcajada.
"?Pero qué gracioso! ??Crees que me puedes echar solo porque quieres?! ?Tú, un humano? ?Patético! ?Esto es una burla hacia mí!"
Pyra ya se está yendo a la mierda y no parece querer parar. Esto ya no me gusta nada.
"Si tanto dices que no quieres estar con humanos, ?por qué no te vas? Nadie te retiene".
Pyra chasqueó otra vez la lengua y desvió la mirada, molesta. Su orgullo la había metido en una trampa que ella misma se había creado. Si se iba, sería como aceptar que él la echó. Pero si se quedaba, estaría...
"No me voy a ir", declaró de golpe, cruzándose de brazos y girando la cabeza con indignación.
"Voy a quedarme aquí, solo para demostrarles lo equivocadas que están sus ridículas ideas sobre mí".
Espera, ?psicología inversa?
"?Eh?"
Rundia parpadeó confundida.
"Pero dijiste que no querías estar con humanos. Además, no me gusta cómo nos hablaste. Yo tampoco quiero que te quedes, por más que mi hijo diga que son amigos".
"?Eso dije, pero cambié de opinión!
Voy a demostrarles que soy superior en todo sentido, ?y que ustedes no pueden venir a decirme qué hacer!"
"?Te das cuenta de lo ridícula que suenas?"
Suminia intervino con los brazos cruzados y una expresión de absoluto desagrado. Directamente estaba degradándola con la mirada.
"Nos tratas como si fuéramos menos que tú, pero igual te quieres quedar. Eso solo significa que seguro que no tienes un mejor lugar a donde ir".
Pyra chasqueó la lengua, otra vez, mirándola de reojo con molestia.
"No necesito un lugar a donde ir. Puedo vivir donde me dé la gana".
"No aquí".
Suminia le sostuvo la mirada sin titubear, y yo ya sabía que esto podía terminar mal.
"Si nos desprecias tanto, vete".
Pyra dio un paso hacia adelante.
"?Y tú quién eres para darme órdenes, humana?"
"Soy la que vive aquí, a diferencia de ti".
Mirella iba y venía con una sonrisita divertida, disfrutando del caos. Aya me miraba con desaprobación, seguro que esperando a que yo hiciera algo, y Suminia se mantenía firme, como si con solo su voluntad pudiera hacer que Pyra desapareciera.
Antes de que las dos tsunderes se terminen agarrando de los pelos, decidí intervenir.
"Miren, no vamos a discutir esto toda la noche... Pyra, vení conmigo".
"?Eh?"
"Vamos a hablar. Ahora".
Le tomé la mu?eca sin esperar su respuesta y tiré de ella en dirección hacia el bosque. Sentí su resistencia inicial, pero al final me siguió, aunque protestando.
"?Oye! ?Qué crees que estás haciendo?"
No respondí, me limité a mirar hacia atrás.
"Esperen ahí un momento. Tengo que hablar esto con Pyra".
Creo que Rin dijo que me esperarían. No pude entenderle bien porque la loca seguía gritando.
"?Oye! ?Te hice una pregunta!"
"Estoy dándote lo que querés".
"?No quiero que me tomen y me lleven así!"
"Entonces comportate como alguien razonable y no tendré que hacerlo".
Nos adentramos un poquito en el bosque, alejándonos del grupo hasta una distancia considerable para que nadie nos escuchara. Solté su mu?eca y me giré para encararla.
"Escuchá bien lo que te voy a decir, Pyra, porque no te lo voy a volver a repetir".
Ella se cruzó de brazos, frunciendo el ce?o con altivez.
"No necesito escucharte".
"Sí, sí lo necesitás. Porque acá hay algo que tenés que entender de una vez: a mi familia no le faltás el respeto, ?entendiste?"
Vi cómo su ce?o se fruncía aún más, pero antes de que pudiera abrir la boca para soltar otra de sus respuestas arrogantes, continué.
"Me importa un carajo lo que pienses de los humanos. Si estás acá, en mi territorio, vas a respetar a los míos.
Allá fuera podemos ser todo lo amigos o enemigos que queramos. Si querés, podés insultarme o lo que mierda se te ocurra, pero a mi familia y amigos no".
"Pues a mí no me gusta cómo me estás hablando".
Puse los brazos en jarra y la miré fijamente. Debo decir que este peque?o juego de palabras me gustaba, porque estaba seguro de que iba a ganar.
"?Ah, sí? ?Y qué vas a hacer al respecto?"
Ella abrió la boca para responder, pero no le di oportunidad.
"?Te olvidaste de lo que pasó la última vez que intentaste hacerte la fuerte conmigo?"
Vi el tic en su mandíbula, el enojo evidente en sus ojos. No necesitaba que respondiera para saber que recordaba perfectamente la humillación de haber sido derrotada en tan solo unos segundos. Aunque tal vez le gustaba sentirse desafiada, y yo estaba tomando ese camino peligroso.
"Si vos querés quedarte con nosotros, y no querés que eso se repita, vas a tener que comportarte bien. Y no me importa cuánto te cueste o cuánto tiempo te lleve lograrlo. Lo importante es que lo entiendas y lo intentes".
Pyra desvió la mirada, pero no dijo nada.
"?Me escuchaste o no?"
"?Sí te escuché!"
Todavía no me miraba.
"Entonces, ?te vas o te quedás?"
"Me quedo, ?no te había quedado claro ya?"
"Está bien. Ahora que nos estamos entendiendo mejor, vamos a charlar un poco. Para empezar, ?por qué viniste a espiarme justo ahora, a la noche?"
Ahora sí me miraba.
"Porque... no volviste a buscarme luego de que nos vimos cuando llovía".
Levanté las cejas, asintiendo lentamente al mismo tiempo.
"?Eso te molestó?"
"?No dije eso!" Se apresuró a responder, con las mejillas ligeramente enrojecidas.
"Solo... me pregunté si seguías vivo. Ya sabes... por lo del Rey Demonio".
"No, estuve viviendo bastante... tranquilo".
Lo cierto era que me sentía un poco inquieto inconscientemente.
"Como te dije, no creo que vuelva a aparecer".
"Ya..."
Me reí por lo bajo.
"Bueno, acá estoy, entero. Ahora, siguiente pregunta: ?cómo vas a comportarte de ahora en adelante?"
Suspiró, cerrando los ojos un momento antes de responder.
"Yo voy a... Voy a disculparme..."
"?Y qué más vas a hacer para que los otros se den cuenta de que estás hablando en serio?"
"Voy a... ayudar en lo que necesiten".
Moví la cabeza con desaprobación.
"Ahora decilo todo junto".
Ella me fulminó con la mirada, pero respiró hondo y repitió con un tono más claro.
"Voy a disculparme. Y voy a... ?Voy a ayudar en lo que necesiten! ??Estás satisfecho ahora?!"
Había terminado desbordando su ira, pero al menos entendió las reglas mínimas de convivencia.
"No se trata de si estoy satisfecho o no, porque también tenías la opción de no decirlo y no vivir con nosotros. Entonces, si decidiste decirlo, es porque te diste cuenta de que actuaste mal, y eso es bueno".
"?Siempre encuentras la forma de hacerme gritar! ?Te odio!"
Esbocé una sonrisa.
"Y, sin embargo, decidiste vivir conmigo".
No hubo respuesta de su parte, solo me dio la espalda y pateó una piedrita del suelo, que se perdió entre la hierba.
Esta chica... Todavía no puedo entenderla del todo. Sé que nos conocemos hace poco, pero está comenzando a sacar cosas de mí que no sabía que podía sentir ni decir. Y tampoco sé si ella me hace esto a propósito para que yo me ponga así.
Cuando me quedé en silencio y la observé de espaldas, noté algo en su postura, aparte de que era una belleza de pies a cabeza. No era solo molestia, había algo más. Un leve temblor en sus manos, una respiración más profunda de lo normal.
Me quedé pensando.
Pyra no era una persona fácil de entender, y no lo digo porque sea un ser mágico, lo digo porque parece vivir en un constante conflicto entre lo que dice y lo que realmente quiere. Grita independencia, superioridad, poder... Pero cada vez que la enfrento directamente, cada vez que la hago sentir que ella no es superior, su reacción no es tanto de desafiarme con la misma intensidad, sino ceder, aunque sea por un segundo o solo en un par de frases.
Esos peque?os destellos de sumisión en ella eran extra?os, contradictorios. No encajaban con la imagen que quería dar de sí misma.
?Acaso le gustaba que yo tomara el control?
No podía asegurarlo, pero había momentos donde parecía perderse en el peso de mi presencia, como si... estuviera buscando algo que no podía conseguir por sí sola.
Y ahí estaba la otra parte del asunto.
Pyra no podía lograr en mí lo que yo lograba en ella. No podía hacerme someterme, porque no soy alguien sumiso. No puedo serlo, no con alguien como ella, que solo respeta la fuerza. Si me mostraba débil, me devoraría. Pero al mismo tiempo, cuando la controlaba, cuando la dominaba en una conversación o en una situación... ella reaccionaba extra?o. No reaccionaba realmente como alguien humillado, sino como alguien que tal vez había encontrado lo que estaba buscando sin darse cuenta.
Quizás, dentro de todo su orgullo y arrogancia, lo que realmente busca es a alguien que la supere, alguien que pueda desafiarla, alguien que pueda hacerle sentir que no era ella quien tiene que estar siempre en lo más alto de la cima.
Pero también yo quiero ser alguien que la cuide, que le ense?e lo que está bien y lo que está mal, porque, a pesar de todo lo que ella quiere representar, seguro que estuvo sola por mucho tiempo, y eso la debe de haber hecho construirse una imagen de sí misma que, en el fondo, puede no ser completamente real.
Y yo... no sé qué va a pasar con ella en el futuro.
Esto podía terminar mal. Muy mal. Pyra podía ser un problema constante, una bomba de tiempo que, cuando explotara, haría imposible que conviviera con nosotros, y eso me traería muchos problemas de confianza para con mis amigos y familia.
O... podía terminar demasiado bien. Si encontrara su lugar en este grupo, si todos la aceptaban, podría aprender, podría cambiar su forma de ver a los demás y finalmente ser alguien que te trate de igual a igual.
Y si eso pasaba, si realmente yo lograba hacer que entendiera su lugar acá, entonces... tal vez ella misma terminaría eligiendo su destino de una forma que ni siquiera ella esperaba.
Y, a pesar de todo esto que acabo de pensar sobre ella, a pesar de que digo que yo puedo ense?arle sobre la vida y la convivencia, hay un detalle que no se puede pasar de largo: Pyra tiene novecientos noventa y dos a?os y un mes.
Sí, literalmente está por cumplir un milenio dentro de ocho a?os.
Qué locura... Y pensar que, en algún momento de su vida, Sariah decidió crear a un ser mágico que, si le quitamos los cuernos, es igualita a ella. ?En qué habrá estado pensando al hacer eso? ?Habrá querido crear una imagen de ella sobre su propio mundo?
?Habrá más Pyras en este lugar o ella será la única? Esa es una buena pregunta, porque quizás al pasar tanto tiempo, a Sariah se le ocurrió crear otra Pyra por alguna parte de su mundo. Aunque es extra?o que justo esta mujer esté acá, en esta isla. Y es todavía más curioso que también estén Forn, Mirella y Aya... Aunque ella diga que vino desde el otro lado del agua.
Y antes estuvieron el minotauro y el hombre pájaro... ?Qué planeaba Sariah al traer tantas de sus creaciones a esta isla?
A todo esto... ?Entonces Pyra es inmortal? Siempre y cuando alguien no la asesine, obviamente... ?Y Aya, Mirella y Forn también lo serán?
?Acaso yo también seré inmortal?
Tengo demasiadas preguntas y muy pocas respuestas. Lo único que sé es que imaginarme un escenario romántico con ella en un futuro sería medio morboso. Digo, por la diferencia de edad.
Maldición... ?En qué carajos estoy pensando?
"Sabes... Para alguien que parece haber vivido tanto tiempo, me sorprende lo mucho que te cuesta admitir ciertas cosas que ya deberías haber aprendido".
Sus manos, que antes estaban en pu?os, se abrieron ligeramente, pero no se giró hacia mí. La observé en silencio. No hacía falta que dijera su edad, aunque seguramente ni entendiera de números y de a?os, meses y demás.
"Vámonos", soltó con tono serio.
"?Por qué?"
La fui rodeando para intentar mirarle el rostro.
"Es mejor volver con los demás. No quiero hacerlos esperar más", respondió, con la mirada aún fija en el suelo.
"?Te hice sentir mal con eso que dije?"
"No... No es eso. Solo volvamos y ya".
Interesante. ?Por qué no quería hablar de eso? ?Qué historia escondía su edad? ?Por qué su reacción era tan distinta a lo usual?
No insistí más. Si quería que hablara, tenía que hacerlo en sus propios términos. Así que simplemente asentí.
"Está bien, volvamos".
Todavía me quedan muchas cosas que hablar con Pyra.
Cuando llegamos con los demás, el ambiente estaba tenso. Todos nos miraban, pero nadie parecía demasiado contento de ver a Pyra de vuelta. Samira incluso tomó a Suminia del brazo, como si quisiera asegurarse de que se mantuviera alejada de los problemas. Aya estaba apoyada contra la pared de la casa, con su habitual postura elegante, pero con una clara expresión de desconfianza en sus ojos anaranjados.
"Pyra tiene algo que decirles", anuncié, dándole un suave empujoncito desde la parte baja de su espalda.
Ella me lanzó una mirada de pocos amigos, pero sabía que no podía echarse atrás ahora. Se aclaró la garganta y miró a todos con seriedad.
"Escuchen todos... Tengo algo que decirles sobre cómo me comporté antes".
"?Qué interesante!" Exclamó Mirella, ahora sentada en el borde de la ventana, moviendo sus piernas hacia delante y hacia atrás.
"Me disculpo por cómo me comporté antes", dijo, con una firmeza inesperada.
"Y también voy a ayudar en lo que necesiten, porque voy a vivir con ustedes".
El silencio que siguió fue denso. Nadie pareció convencido.
"Ajá", murmuró Suminia, mirando hacia otro lado.
"Qué conveniente. ?Piensas que solo pidiendo perdón todo pasará?"
Aya entrecerró los ojos y habló con un tono neutro, mas no menos cortante.
"?Por qué deberíamos creerte?"
"Disculpen, pero a mí no me convence lo que dice esta mujer", dijo Rin, y Rundia asintió luego de sus palabras.
Lucía se mantuvo al margen, todavía con esa sonrisa que mantenía desde que comenzó todo este drama.
Me quiero ir a dormir...
Pyra apretó los labios, claramente conteniéndose de responder con su usual arrogancia. Aun así, relajó su postura poniendo las manos en su cintura, con los pulgares por dentro de su short.
"Escúchenme..."
"No, no te escucharemos", interrumpió Suminia, ahora avanzando hacia ella.
"Tú vas a ser la que va a escucharm..."
"Bueno..." Intervine antes de que todo se fuera al carajo otra vez.
"Podemos empezar por las cosas útiles que Pyra puede hacer con su magia de fuego".
No obtuve más que miradas escépticas, pero no me importó. Continué.
"Ella puede prender fogatas al instante".
Nada. De hecho, Mirella cambió la cara a una menos amable.
"?Y puede calentar cosas que necesitemos!"
Más silencio.
Me detuve un momento. ?Qué más podía decir? Tenía que pensar en algo realmente grande...
Ya lo sé.
"Pero, sobre todo, ella fue la que se llevó toda la lava del volcán, toda esa lava de la que tuvimos que ocultarnos".
Hice una peque?a pausa y vi cómo sus expresiones cambiaban.
"Si no fuera por ella, ninguno de nosotros podría estar viviendo acá afuera".
Rundia fue la primera en hablar, con una voz mucho más suave que la que venían usando.
"?Eso es cierto…?"
Pude ver la duda en su rostro, la ligera inclinación de su cuerpo hacia adelante, como si buscara confirmar que no estaba escuchando cualquier mentira.
Asentí.
"Sí, mamá, yo no te mentiría. Podés ir a verlo vos misma del otro lado de la selva si querés. La lava no desaparece así como así".
Ella desvió la mirada, pensativa. No tardó en mirar hacia Pyra, esta vez con una expresión menos hostil.
"Si realmente no tienes malas intenciones, ?por qué nos tratas así?"
Pyra parecía indecisa. Sus ojos se movieron por un momento, como si buscara una respuesta en el aire. Pero no dijo nada, solo se limitó a mirarla, apretando fuertemente los dedos de sus pies contra la arena.
Era una pregunta difícil, ?no? Porque, en el fondo, dudo que ella misma supiera la respuesta.
Eso me llevó a otra cuestión: ?realmente tenía un motivo para odiar a los humanos? Sí, nos menospreciaba, nos trataba como inferiores, como si fuéramos algo insignificante para ella. Pero... ?Por qué? ?Había pasado algo en su vida que la hizo llegar a este punto? ?O simplemente era así porque sí?
Si lo pienso bien, su actitud no es igual a la de alguien que simplemente siente odio. He conocido gente que odia a los demás, como el maldito minotauro, y su desprecio es frío, es abominable. Pyra, en cambio, era explosiva, confrontativa. No nos ignoraba, no nos despreciaba en silencio... Ella quería que sintiéramos su rechazo.
Eso tenía que tener algún significado oculto. Aunque bueno, este no era el momento para analizarlo demasiado.