Acabábamos de salir a paso lento de la cueva que había actuado de mitad refugio, mitad prisión por unas cuantas horas.
No nos fuimos sin dejar algunas flores, un poco da?adas por el agua, al lado de la lápida de Anya. Ellos no entendieron bien el significado, pero Lucía y yo nos sentimos bien haciéndolo.
El lugar estaba demasiado oscuro como para tener una lápida en medio con la que alguien pudiera tropezarse, así que Mirella me prometió que dejaría una bola de luz en esa sala por tiempo indeterminado. Además, así sentíamos que el cuerpo de Anya no iba a ser olvidado.
También aproveché para rezarle un poco a Sariah junto a Lucía, alegando que le estábamos rezando a ese tal Adán.
Otra cosa que hice fue dejarles a los gnomos el lugar como estaba antes, abriendo los pasadizos que había cerrado y haciendo drenar un poco el agua que había quedado atrapada en la sala de al lado.
Finalmente tomé mi anterior lanza y nos despedimos de ellos, partiendo rumbo hacia la playa.
Ya pasada la llovizna, ahora el sol caía sobre nuestras cabezas cuando finalmente emergimos del destruido bosque y pisamos la arena de la playa. El sonido de las olas rompiendo contra la sucia orilla llenaba el aire, pero algo en la escena se volvió a sentir diferente.
Lucía y Mirella, que ya sabían lo que nos esperaba en este lugar, se mantuvieron cerca de mí, sin decir nada.
Y entonces, al ver el lugar donde teníamos anteriormente nuestra casa, las expresiones de los demás se congelaron.
"No..." Murmuró Rundia, llevando una mano a su boca.
Aya, que había vivido en carne propia el tsunami, se quedó con su mirada fija en los escombros de madera; sus colas agitándose con inquietud.
"Ya me parecía que podía haber pasado esto.
Qué lástima... Era una casa tan linda y tan llena de cosas..."
Rin, por otro lado, apretó los pu?os con fuerza.
"Nos quedamos sin casa", dijo, sin mucha emoción en su voz, como si no quisiera aceptarlo.
"Sin casa... ?Qué haremos ahora?"
Suminia y Samira no dijeron nada. Solo observaron, con algo de tristeza, mientras se tomaban de las manos.
Creo que todos estaban demasiado cansados como para seguir lamentándose por más malas noticias. No es que iban a ponerse a gritar, llorar o algo así.
Yo suspiré y apoyé la punta de la lanza contra la arena húmeda.
"Voy a ser directo con respecto a esto. Podemos reconstruirla, pero para eso hay que esperar a que la madera se seque. Y, sinceramente… no sé si vale la pena hacerlo".
Pude notar que la base de piedra de la casa sí había sobrevivido por completo.
Varios levantaron la mirada al escucharme decir eso.
"?A qué te refieres?" Preguntó Rin.
"Tengo pensado irme de esta isla, y ustedes me van a acompa?ar", respondí sin dar muchas vueltas.
Hubo un silencio pesado. Aun así, Rin volvió a tomar la palabra.
"?Y por qué? ?Y a dónde iríamos?"
"No sabría decirles a dónde terminaríamos yendo. Lo que sí sé es que nos debemos ir porque este lugar ya está demasiado destruido, y es posible que, junto con la caída masiva de árboles que daban frutas, varios de los animales hayan muerto y nos quedemos sin comida dentro de poco".
"?Entonces este lugar ya no sirve para vivir?"
"No sé todavía los detalles, pero sí es casi seguro que la mitad de la isla ya no sirva para nada, al menos no hasta un tiempo bastante lejano".
"Si lo dices tan convencido, entonces supongo que debe ser verdad, Luciano. Aun así, no me gustaría tener más problemas de los que ya tuvimos".
Rin miró a Rundia.
"Nos gustaría que nos contaras todo lo que piensas hacer de ahora en adelante... No quiero que se vuelva a repetir tu mal comportamiento cuando te fuiste sin hacernos caso".
Uh...
"Entendido. Y me disculpo por eso. En el momento sentí que era necesario para que no me frenaran... Ahora me arrepiento un poco".
"Está bien. Decidimos con tu madre que no te castigaríamos, siempre y cuando todas estas cosas malas no hayan sucedido por culpa de eso".
Negué rápidamente con la cabeza.
"No, no, no. Matar al Rey Demonio era algo que se tenía que hacer, pero eso no tuvo nada que ver con el volcán, la lava y el agua".
Eso es lo que quería creer...
Rundia se acercó hasta ponerse a mi lado, abrazándome de costado.
"Hijo, debes prometer que hablarás más con mamá y papá a partir de ahora".
Yo le devolví el gesto poniendo una mano en su espalda.
"Sí, mamá. Perdón por todo lo que te hice pasar antes. No quise hacerte llorar".
Ella me dio un beso en la cabeza, y pude ver que luego se llevó la mano a la boca para sacarse un pelo.
"Recuerda que debes portarte bien, o si no Adán podría castigarte, y yo no quiero eso".
Y dale con el Adán de mierda ese.
"Sí, mamá".
El tema este de la maldición mía era como una cuenta regresiva de una bomba de la que todavía no sabíamos si podía estallar. Ellos todavía no lo saben. Aunque sé que se los debería decir pronto, si no es que se le escapa a Mirella antes.
"Luciano, ?quieres decir… irnos de verdad?" Preguntó Samira con cuidado cuando cruzamos miradas.
"Sí, exactamente eso. Pero esperemos a la noche para que les explique bien el plan que tengo para cruzar la enorme cantidad de agua que tenemos alrededor nuestro".
El silencio se prolongó unos segundos más antes de que finalmente empezaran a asentir con diferentes niveles de comprensión.
"?Sí, nos iremos volando de esta isla!" Gritó Mirella, y no sé si realmente lo decía en serio o en broma.
"Por ahora, hay cosas que hacer", continué, se?alando hacia el bosque.
"No sabemos cuánta comida quedó a salvo en la huerta y sus alrededores, así que, papá, mamá, Aya y Lucía, necesito que me hagan el favor de ir a revisarla. Si quedó algo que se pueda comer, reúnanlo y tráiganlo hasta acá".
Espero no estar sonando como si estuviera dando órdenes.
Los cuatro asintieron, pareciendo no estar en desacuerdo con mi pedido. Aunque bueno, hubo alguien que se me quedó mirando.
"Yo tengo una pregunta", dijo Aya.
"?Sí?"
"?Ahora volvemos a nuestra vida normal?"
"Eh..."
No sabía qué responderle. La pregunta era algo extra?a para este momento.
"No sé si 'normal' es la palabra correcta, pero entre todos intentaremos vivir lo mejor posible. Es por eso que hay que actuar rápido".
"?Y dónde vamos a dormir hoy?"
"No tengo ni idea. Primero recolectemos comida y luego hablamos de eso".
"Supongo que en la cueva de siempre", comentó Rundia, mirando a Aya.
Se quedaron hablando entre ellas, así que aproveché para mirar a las que habían quedado libres.
"Samira, Suminia, Mirella, necesito por favor que ustedes tres vayan a cazar algo, y de paso quiero que vean si Fufi está bien. No sabemos cómo le fue con todo este desastre, y me gustaría saber si sigue viviendo en nuestra cueva".
Mirella infló el pecho con determinación.
"?Sí! ?Yo puedo buscarlo!"
Siempre me pareció curioso que no quieran comerse a Fufi. Supongo que le tienen algo de aprecio.
"Hmp, qué conveniente..." Murmuró Suminia, cruzándose de brazos, pero sin rechazar la tarea.
"Bueno, supongo que somos las indicadas para hacer eso".
Samira, por su parte, simplemente asintió con una leve sonrisa.
Me quité la pulsera de oro, la que no había servido para nada, y revestí la punta de mi lanza con el oro. Luego me acerqué a Suminia.
"Tomá, Sumi. Esta es tu nueva lanza para cazar. Es un poco más pesada que la otra, pero supongo que no será problema, porque vos sos fuerte".
Noté su cara de desconcierto, todavía sin recibir el arma.
"?Para mí...?"
"Sí, lo vas a necesitar".
La lanza de punta dorada parecía brillar más de lo normal con el reflejo del sol. Un silencio incómodo se formó entre nosotros hasta que, finalmente, estiró la mano y la tomó, con cierto recelo.
"Gracias... Será útil, supongo", murmuró, mirando más a la lanza que a mí.
No esperaba que saltara de felicidad ni nada, pero al menos la aceptó. Mejor que nada.
"No se apuren mucho al caminar; recuerden que está todo hecho un desastre el lugar. Prefiero que mejor vayan en búsqueda de algunos animales medio muertos".
"Ya. Ya. No hace falta que digas lo obvio".
Suminia fue la primera en darse la vuelta e irse y las otras dos la siguieron de inmediato.
"?Y tú qué harás?" Preguntó Rin de repente.
No me había dado cuenta de que estaba al lado mío.
"?Te acordás del cuerpo del Rey Demonio?"
"Sí".
"Antes de la erupción, o sea, la salida de la lava del volcán, su cuerpo muerto quedó a la deriva. Necesito saber si sigue por ahí. Por si las dudas nomás, no quiero que suceda nada extra?o".
Lo cierto era que me iba a ir a buscar a Pyra, aunque la excusa era buena.
Rin frunció el ce?o.
"?Por qué ir solo? Puedes ir con Aya o Mirella".
"Porque yo lo maté, entonces yo debo encargarme de su cuerpo".
Rin me miró un poco; creo que estaba viendo si tenía mi cantimplora o algo con lo que protegerme.
"Bueno, pero no vayas muy lejos".
"No, papá".
"Vas a hacerme caso, ?no?"
"Siendo sincero, no hay mucho lugar al que ir. Ustedes también deberían explorar un poco y ver cómo quedó el lugar".
"Está bien. Lo hablaré con Rundia".
Empecé a crear una lanza con la piedra de debajo del suelo, como para darle más seriedad al asunto.
"Ah, y decile a Aya que es posible que haya algunos pescados por el bosque. Dile que intente encontrar alguno".
"?Y eso por qué?"
"Vos no lo viste, pero la lava del volcán hizo mover muy fuerte el agua hacia acá, y es por eso que puede haber algunos peces que hayan muerto quedándose sin agua en el bosque".
Haciéndome el apurado, tomé el rumbo opuesto al que iban a ir ellos. O sea, el lado opuesto a la casa de Tariq. Aunque, bueno, la huerta estaba a muy pocos metros.
No es que juegue a adivinar dónde carajos está Pyra, sino que ella se fue por este lado cuando nos despedimos.
"?Te esperaremos aquí!"
Puse en alto mi lanza, sin mirar atrás.
"?Sí, ya vuelvo!"
Un poco cansado, caminé hasta por fin llegar a un punto que llamó mi atención: el final de la muralla enorme. Ahí estaba, toda destruida, formando escombros en la costa del océano. No solo era eso lo destruido, sino que, del otro lado, varios metros más allá, se veía todo lleno de cenizas. Parecía que Pyra se había llevado la lava mucho antes de que impactara con el muro destruido.
Menos mal que ya le agradecí, porque la verdad es que hizo un trabajo inmenso con tanta lava. Después supongo que la llovizna hizo lo suyo para frenar el fuego.
Pyra... Esa chica es interesante. No debo perder la oportunidad de sumarla a mi grupo.
Bueno, supongo que todavía me queda un poco de margen de tiempo para explorar un poco la parte de la isla quemada.
Haciéndome camino con mi magia, seguí por la playa.
This content has been unlawfully taken from Royal Road; report any instances of this story if found elsewhere.
A medida que avanzaba, la sensación de soledad y desolación se volvía más evidente. Había caminado casi un kilómetro desde la muralla, siguiendo el rastro de destrucción que había dejado la lava y el fuego. Lo que antes era un bosque y selva lleno de vida, ahora no era más que cenizas y troncos calcinados.
Algunos de los árboles que quedaban en pie no eran más que esqueletos ennegrecidos que se desmoronaban con el más leve soplo de viento. El suelo, agrietado y endurecido por el calor extremo, despedía un olor amargo, una mezcla de piedra quemada y carne carbonizada.
Incluso la costa no se había librado del desastre. El agua, que siempre fue cristalina y limpia, ahora parecía una masa negra, densa y muerta.
No se escuchaban animales, ni el sonido del viento entre las hojas. No había vida. Solo el sonido de mis propias pisadas sobre la ceniza.
Era horrible estar acá, más que todo por el olor insoportable a ceniza que había. Ya tenía demasiado con estar oliendo el humo de las fogatas todos los días.
Fue entonces cuando lo escuché; había pasos cercanos, que parecían provenir de detrás mío. Pasos pesados, firmes. Como si algo grande estuviera caminando al acecho.
Lo primero que se me ocurrió que podría ser era algún oso que haya quedado atrapado entre esta zona muerta y la muralla, y ahora deambulaba perdido y asustado.
Apreté con fuerza la lanza de piedra que había creado y me di la vuelta de golpe.
Y entonces lo vi. Mi cuerpo se tensó por completo. Mi respiración se detuvo por un momento.
Frente a mí, de pie y con el fondo de los únicos árboles sanos y frondosos, se alzaba una figura muy grande.
Un minotauro.
Era él. El Rey Demonio. El mismo que yo había matado.
No podía ser. Su cuerpo... su corazón... yo lo había destrozado con mi magia. Lo vi morir con mis propios ojos.
Yo mismo me burlé de su muerte, en su cara, sobre su cadáver. Yo fui el que le gritó que él había perdido y yo había ganado. Pero ahí estaba, de pie, inmóvil. Con su enorme cuerpo intacto, como si nada hubiera pasado, como si no lo hubiera matado.
No hablaba, no se movía. Y aun así... estaba ahí, mirándome fijo con los ojos apagados.
Algo dentro de mí se rompió.
“?No! ?Vos estás muerto! ?Muerto! ?Andá a molestar a otro mundo, a otra parte!”
A pesar de mis gritos, de mi rabia, él no reaccionó. Algo en su aspecto me resultaba extra?o.
Su rostro... era un horror sin vida. Sus ojos, antes llenos de furia y soberbia, ahora eran pozos vacíos de absoluta nada. No había odio, no había furia, no había ese instinto asesino que lo caracterizaba.
No había nada. Era como si estuviera ahí, pero al mismo tiempo no.
Algo estaba terriblemente mal. Esto se parecía demasiado a aquella pesadilla que tuve ayer, solo que esta situación era aun más aterradora, porque sabía que esto no podía ser un sue?o, pero al mismo tiempo sabía que era imposible que sucediera algo así.
"?Decí algo, maldito!"
Nada, ni un movimiento de su parte... ?Por qué justo detenerse ahí? ?Estaba esperando algo de mí?
La mente me empezó a correr a mil por hora. ?Qué posibilidades había? ?Qué explicaciones podía haber? ?Y si Sariah lo había revivido?
Lo único que puedo saber en este instante es que alguien lo revivió. Pero no podía ser una resurrección completa. Su alma ya no debería estar en ese cuerpo. Lo veía en sus ojos. Lo sentía en la quietud de su cuerpo. Este no es el mismo ser que luchó conmigo.
?Algún hechizo de necromancia? ?Alguna magia oscura que pueda levantar un cuerpo sin vida y hacerlo caminar otra vez?
No. Eso no debería existir, al menos no en esta isla, que ya la conozco muy bien.
Si hubiera alguien con ese poder en este lugar, ya lo habría notado o alguien me lo hubiera contado. Y, además, no tiene sentido. ?Para qué revivirlo sin su alma o con la de otro? Pyra hubiera actuado si fuera así, porque yo mismo la mandé a incinerar su cuerpo. Al menos hubiera venido a buscarme y decirme que ya no estaba donde ella lo vio.
?Y si se hizo el muerto? Tal vez solo se le acabaron sus partículas mágicas cuando... No, imposible, habíamos estado empujándolo luego de morir, así que se le hubieran transferido nuestras partículas hacia él.
O tal vez él mismo se puso una maldición para que no se le pudieran transferir partículas mágicas. No sé... Justamente ahora no se le ve ninguna.
No tiene lógica. No puede ser real lo que estoy viendo. No le encuentro la vuelta para explicar la situación tan absurda que estoy viviendo.
Apreté la mandíbula con fuerza. Sea lo que sea, no voy a quedarme mirando como un estúpido. Voy a matarlo cien veces si es necesario.
Di un paso adelante, con la lanza bien sujeta en mi mano, hasta acercarme y llegar a una distancia en la que pudiera actuar sobre su cuerpo. Esta vez no me iba a arriesgar a tocarlo con mi lanza.
él todavía no se movía, y eso era preocupante.
"Bien. Si no vas a moverte, yo me encargaré de hacerte desaparecer, porque estoy dispuesto a matarte las veces que sean necesarias para que no vuelvas a arruinar nuestras vidas".
Respiré hondo y planté fuertemente la lanza en el suelo. Cerré los ojos un segundo, porque tenía que imaginar bien el trayecto por dentro de su cuerpo, y extendí mi magia.
Vamos… solo necesito tocarlo con mi poder y se terminó.
La tierra, a pesar de estar en malas condiciones, era mi aliada. Desde donde estaba, mi magia podía viajar bajo el suelo como una sombra, avanzando sigilosamente hasta alcanzar su objetivo. No tenía que acercarme. No tenía que arriesgarme.
Conecté mi poder a la lanza, enviando mi control a través del suelo.
Ya casi…
Mi magia avanzó con facilidad hasta llegar a donde estaban sus pies.
Y ahí… Ahí algo estaba mal.
Ahí desapareció todo. Fue como si en ese punto su cuerpo físico no existiera. Como si las plantas de sus pies no estuvieran conectadas con el mundo real.
Abrí los ojos de golpe.
?Qué carajo fue eso? No había resistencia. No había bloqueo. Simplemente… no había nada.
?Ese monstruo no está realmente ahí?
Fue en ese momento cuando el minotauro se movió sin hacer ningún gesto previo. Simplemente, en un instante estaba corriendo hacia mí.
?Ese era su objetivo, que yo me acercara?
Mis músculos se tensaron automáticamente.
Era enorme. Sus patas destrozaban el suelo con cada paso, levantando nubes de ceniza negra.
Pero lo peor de todo… Lo peor de todo era el sonido. No gru?ía, no bufaba, no gritaba. No hacía ninguno de los sonidos que había hecho en nuestra anterior pelea. Solo estaba el sonido de sus pisadas, como martillazos contra la tierra, y venía derecho hacia mí.
Hundí más la lanza en el suelo, intentando sortear toda la capa de ceniza, y comencé a moldear la tierra y la piedra, formando en frente de mí un muro grueso y curvado hacia él en la parte superior.
Entonces empecé a moverme con el objetivo de formar un círculo con mis pasos. Tenía que usar a mi favor que él solo supiera de mi ubicación a través del sonido y no de su vista.
Sentí que empezó a romper a pu?etazos el muro. ?Acaso no le importaba su integridad física? Así iba a terminar quebrándose los huesos.
Mientras comenzaba a usar la misma fórmula que contra Pyra, formando un domo, también moldeé la zona en la que se suponía que estaba golpeando, creando pinchos que salían de todas partes. Tal vez con eso podría inmovilizarlo.
él rompió la estructura en ese punto, justo en el momento en el que yo había cerrado el domo, así que me apuré a cerrar la abertura de inmediato y caminar hacia ese lado.
"?No vas a poder escapar de mi magia, así que dejá de golpear y decime cómo mierda reviviste!"
Solo se limitó a responder a mis gritos con sus pu?os, volviendo a golpear con todas sus fuerzas el domo desde dentro. Claramente no le importaba si se destruía las manos.
Maldición... Quería intentar que hablara, que dijera por qué carajos estaba acá intentando matarme de nuevo, pero no había forma, este tipo no iba a responder.
"Sos una porquería tan grande que ni siquiera te tendría que haber dado la oportunidad de hablar..."
Luego de mis palabras, noté que los golpes cesaron y solo se escuchaban pasos. Aun así, volví a activar mi magia y comencé a compactar el domo hacia el centro.
Justo en ese momento, la parte que estaba frente a mí cedió de un único golpe fuerte, y de dentro provino el minotauro, que corría hacia mí con su cabeza hacia delante.
Noté que había perdido la mitad del único cuerno que tenía sano. ?Acaso...? ?Acaso había utilizado su propia cabeza para romper la roca?
Era imposible esquivarlo; estaba demasiado cerca.
Clavé la lanza en el suelo rápidamente y construí frente a él una pared peque?a que le llegaba hasta las rodillas. Se la llevó puesta y, a pesar de que la destruyó por completo, pude lograr que tropezara y cayera al suelo. Eso me dio tiempo para alejarme y pensar.
?Lo atrapo? ?Huyo y busco ayuda? ?Sigo intentando usar mi magia para llegar a su cuerpo?
Irme y dejarlo escapar no tiene pinta de ser una buena opción, y mi magia nunca ha fallado hasta ahora, así que, por más que siga intentando, no voy a poder hacer explotar su corazón.
No quedaba otra opción que mejorar el escenario con mi magia y darle el golpe final con mis propias manos, por más que no me guste hacerlo así.
El tipo no era normal. No parecía sentir dolor. No reaccionaba con lógica. Algo lo había traído de vuelta, pero no como un ser vivo, sino como una abominación. Esto era una burla a la muerte. Y yo tenía que corregir eso.
Mientras él intentaba levantarse, aproveché mi conexión con el suelo. Extendí mi magia más rápido esta vez, sin perder un segundo.
La tierra vibró bajo su cuerpo y, de repente, gruesas raíces de piedra emergieron desde la ceniza. Se enroscaron con fuerza alrededor de sus piernas, subiendo por sus muslos. Lo mismo pasó con sus brazos; donde el mismo formato de rocas lo sujetó con brutalidad, forzándolo a mantener sus extremidades quietas.
él ni siquiera gru?ó o hizo una mueca de frustración al quedar inmovilizado. Solo forcejeaba en silencio, como si su voluntad no estuviera realmente ahí, como si solo obedeciera una programación sin sentido dentro de su cerebro.
No me importaba. Seguí aumentando la presión. Más y más.
"?No vas a ir a ningún lado!"
Desde el suelo, comenzaron a emerger más estructuras, arqueándose sobre él como si fueran una especie de costillas. Se encajaron con fuerza, presionando contra su espalda; lo atraparon completamente.
No iba a darle la oportunidad de darle un 'segundo round' en esta batalla.
"?Morite, hijo de puta! ?Vos nos cagaste la vida! ?A mí y a todas las personas de este lugar!"
Corrí hacia él con la lanza bien sujeta y con la punta hacia delante. Mi pulso retumbaba en mis oídos. Cada músculo de mi cuerpo estaba tenso, listo para terminarlo de una maldita vez.
"??Hyaaaaa!!"
La punta de mi arma se hundió directo en su cráneo con un impacto contundente en medio de sus cuernos partidos.
Me dio mucha repulsión el hacerlo, porque si soy sincero, no me gusta atacar físicamente; es por eso que no salgo a cazar con los demás.
Pero... algo estaba mal. No hubo la sensación de carne atravesada, ni hueso roto, ni siquiera hizo un espasmo reflejo que haría cualquier criatura viviente que está siendo atacada.
Solo fue un sonido vacío. Y luego… nada. Nada de sangre. Nada de reacción. Nada de nada.
Al quitar la lanza, pude ver el motivo; su cabeza estaba vacía. Sí, literalmente no había nada allí. Era un cascarón vacío con la forma exterior del Rey Demonio.
"?Q-Qué carajos es esto...?"
?Puede ser que esto ya lo vi antes? Sí... Recuerdo que el mismísimo Rey Demonio en su momento arrastraba el cuerpo de una persona desmembrada, pero que no chorreaba sangre desde sus heridas.
Esto parece que no comenzó hoy; ya venía armándose hace rato.
Observé de nuevo el agujero perfectamente limpio que había quedado en su cabeza. No salía sangre, ni había un cerebro, ni huesos. Era como si su cuerpo fuera solo algo vacío por dentro, una burla grotesca de lo que una vez fue. Ya no sé ni de cuántas formas llamarle. Esto es demasiado absurdo como para creérselo.
Y aun así… se movía.
Su cuerpo se retorció con brusquedad, como si mi ataque no hubiera significado absolutamente nada. Sus piernas, aún atrapadas por la piedra, intentaron empujar con una fuerza ciega, sin coordinación. Sus brazos forcejearon contra las rocas, lo que me hizo retroceder un paso.
La adrenalina, que antes me impulsaba, ahora se mezclaba con un enojo puro y horrible.
"?Basta ya!" Grité, sin saber bien a quién le hablaba.
"?Estoy cansado de toda esta mierda!"
Tal vez le hablaba a él, o al mundo, o a la propia realidad que parecía querer burlarse de mí.
Todo esto… Todo esto parecía una broma de mal gusto.
El mundo no me dejaba ganar. No me dejaba avanzar. Siempre había algo más, algo que se interponía en mi camino, que hacía que todo mi esfuerzo culminara en esto, en sentir dolor.
No importaba cuánto planeara, cuánta ventaja individual y grupal tuviera. Siempre pasaba algo. Siempre.
Supongo que este es el precio por vivir en un mundo fantasioso. No me queda otra opción que seguir luchando hasta que pueda encontrar un punto de paz total.
No iba a poder quedarme de brazos cruzados y ver cómo la maldad de este mundo ganaba.
Dejé ir la lanza sin pensarlo dos veces y lo transformé en un machete grande, con un filo grueso y pesado.
No había nada más que hacer. Si el mundo quería que yo actuara como un salvaje, entonces lo haría.
"Solo espero que luego de esto, no vuelvas a aparecer ante mí. Ya no sé ni cómo decirlo, pero te odio con todo mi ser. Sos la porquería más grande que conocí en treinta a?os de vida".
Con ambas manos, levanté el machete y lo bajé con toda mi fuerza.
La hoja pasó limpiamente y demasiado fácil por su cuello, separando la cabeza del cuerpo en un solo tajo.
Si yo pensaba que todo lo sucedido anteriormente era absurdo, lo que estaba pasando ahora era peor.
El cascarón vacío del Rey Demonio empezó a desintegrarse ante mis ojos, a deshacerse poco a poco hasta no quedar rastro de él, dejando en el aire la piedra que lo estaba inmovilizando.
?Por qué murió ahora y no cuando le clavé la lanza? ?Acaso son como zombis?
"?Ya gané? ?Ahora ya puedo ser libre?"
Solté el machete y me dejé caer sobre la ceniza con los brazos abiertos, sintiendo la textura áspera y molesta pegándose a mi piel y mi ropa.
"Estoy cansado de esta isla rara... Estoy cansado de los problemas, de las personas que me dan problemas..."
Ni siquiera me había dado cuenta de que el cielo se había vuelto a poner nublado.
Mi mente trataba de buscar una respuesta lógica, pero no encontraba ninguna, porque el Rey Demonio estaba muerto, lo sabía, yo lo había matado. Y bueno, ahora lo había hecho por segunda vez, aunque ni siquiera parecía ser el mismo de antes.
Esto ya no parecía ser una resurrección. No era magia de curación. Esto se parecía más a una farsa.
Alguien o algo había puesto esto delante de mí. Alguien estaba tirando de los hilos detrás de todo esto.
La única que se me ocurre que podría hacer algo así es Sariah, pero claro, sería absurdo que ella estuviera intentando matarme así, de la nada... A no ser que sea una invitación para que yo vaya con ella.
?Tendrá algo que contarme? La verdad es que tengo muchas ganas de verla y de hablar con ella.
Cerré los ojos un momento, tratando de calmar mi respiración. Todo este enfrentamiento… esta situación absurda… me había dejado agotado. No era solo cansancio físico, que arrastraba de hace dos días, sino que era mental y emocional.
Si hay algo bueno en todo esto, es que siento que me estoy volviendo más poderoso, más inteligente al usar mi magia. Dentro de mi rango de unos siete metros, tengo la victoria casi asegurada contra cualquiera.
Pasó un tiempito hasta que volví a abrir los ojos; el cielo nublado me recibió con su inmensidad gris.
"Por lo menos esto sigue siendo normal".
Observar el cielo así, sin pensar en nada más que en su inmensidad, me daba una sensación de calma. Era como si, por un momento, el mundo no estuviera en mi contra, como si pudiera simplemente existir sin que todo se derrumbara alrededor mío.
La tranquilidad de la naturaleza siempre era buena. Pero la paz nunca dura, al menos no para el chico reencarnado que se llama Luciano.
La primera gota de lluvia cayó sobre mi mejilla. Luego otra. Y otra más. No era una lluvia intensa, sino un goteo lento, disperso, como si el cielo estuviera tanteando el terreno antes de desatarse con todo.
Cerré los ojos de nuevo, intentando disfrutar la sensación de las gotas deslizándose por mi rostro.
"Me va a tocar lavar esta ropa de nuevo..."
Y entonces, escuché algo en la lejanía: un grito de una mujer.
Me incorporé de golpe sobre el suelo, alertado.
Venía desde la parte donde la vegetación volvía a ser verde y viva. Al principio, solo distinguí una figura corriendo desde la playa, pero cuando el viento me despejó la vista, vi los detalles con claridad.
Cabello rojo... ?Pyra?
Corría como si la persiguieran, pero no había nada detrás de ella. ?Se estará ocultando bajo los árboles por la lluvia?
Me levanté del suelo, aprovechando para tomar un poco de agua mágica, y caminé hacia ella.
Aunque bueno, estaba un poco lejos todavía.
Al llegar, vi que Pyra se estaba como tapando la cabeza con sus brazos.
"?Eh, Pyra! ?Todo bien?"
Parecía sorprendida de verme ahí, pero su expresión enseguida cambió a una de molestia. Bajó un poco los brazos con un gesto rígido y desvió la mirada.
"Claro que estoy bien", respondió rápido, como si hubiera ensayado esa frase, pero su postura, tensa y algo encorvada, decía otra cosa.
Fruncí el ce?o y me acerqué un poco más. La lluvia había comenzado a intensificarse, aunque aún no era fuerte. Desde cerca, noté algo extra?o en su piel: unas peque?as marquitas rojizas que resaltaban en sus manos y un poco en su cara y piernas.
"?Y esas marcas de qué son?" Pregunté, se?alando con la cabeza.
?Estará enfermando?
Les agradezco a todos los que leen, tanto para los que lo hacen de anónimos como para los que comentan.